Buscadores.- Emilio Carrillo.- Prólogo.

"No sé exactamente cuando comenzó a gestarse el texto que aquí arranca. Lo más probable es que ya estuviese escrito con anterioridad a que alguien lo redactara. ¿Cuánto tiempo atrás? ¡Una eternidad!. En la dimensión espacio/tiempo en la que se publica y en la limitada experiencia de esta vida física, puedo imaginar que tuvo su inicio una radiante mañana de febrero del año 2000 en una calle de Montevideo, donde un plácido paseo sin hora ni destino y la causalidad explotaron mi consciencia al colocar El Kybalión en mis manos, mi mente y mi interior. También pudo acontecer posteriormente, a medida que lo divinal que hay en todos tomaba las riendas de mi presente hasta el punto de provocar que naciera de nuevo del agua y del Espíritu. Aunque igualmente pudo ser antes. A lo mejor siendo muchacho, cuando aprendiendo con los claretianos sentí una incipiente llama vocacional que finalmente trasladé a la actividad política como vocación de servicio público. O quizá mucho antes, o mucho después, en otras vidas que fueron forjando el Yo Soy.

De lo que sí estoy seguro es del momento, noviembre de 2007, en el que empecé a esbozar las páginas que conforman su Parte I,Búsqueda, esto es, los dos primeros capítulos: Conócete a ti mismo y Nueva visión. Recuerdo perfectamente que en absoluto lo hice con el objetivo de escribir un libro, sino con el propósito de volcar en el papel intuiciones e inspiraciones que modestamente estimé de utilidad para los contertulios del Círculo Sierpes, que por aquellas fechas daba sus primeros pasos después de que Regla Contreras y María Jesús Fernández, mi esposa, me instaran desde el cariño a poner en conexión —crear red— a distintas personas que avanzaban con fuerza en la expansión de su consciencia. De hecho, en enero de 2008 colgué en la web del Grupo un documento titulado precisamente Buscadores, embrión de esta obra. A partir de ahí, el texto fue creciendo en extensión e intensidad, no tanto por la sabiduría del escribiente —harto limitada—, como por arte de la Providencia, que se manifestó en la confluencia de varios factores.

Por un lado, la dinámica de trabajo que fue generando el propio Círculo Sierpes, espacio de encuentro de «espíritus libres» que, sin reglas ni normas, ha mostrado su validez para que fluya y se eleve la consciencia personal y colectiva de sus miembros. El número de éstos supera ya el medio centenar, conformando una comunidad sin límites ni ataduras que ha sido capaz de elaborar, recopilar y reflexionar en común documentos muy diversos —casi 150 se aglutinan en la biblioteca virtual del Grupo— y, lo más importante, compartir prácticas y experiencias cada vez más profundas. Quede constancia aquí de mi sincera gratitud a los amigos y amigas del Círculo Sierpes, que bien saben el Amor que les profeso. Con el corazón en ellos fueron surgiendo una serie de escritos que configuran la Parte II de esta obra, Consciencia, compuesta de tres capítulos: Búsqueda individual, encuentro en la Unidad (agradezco especialmente a Juan Antonio Lorenzo el haberme contagiado con la llama de Merlín que ilumina sus epígrafes); Consciencia y conciencia (le debo a Práxedes Sánchez la semilla de la que germinó este capítulo); y Mente, momento presente y práctica del ahora (material base de un Taller sobre Práctica del Ahora, preparado conjuntamente con Cristina Vega y José Carlos Cuerda).

Por otro, el descubrimiento por medio de una amiga de Palma del Río (Córdoba), Carmen García, de un sitio maravilloso, el Monasterio trapense de Santa María de las Escalonias, donde una comunidad de hombres santos no ha dudado en darme hospitalidad cristiana y envolverme en su hondo misticismo cada vez que he querido y podido alojarme entre ellos, cosa que con la aquiescencia de mi familia hago cada vez con más frecuencia. En el silencio y la paz monacales emanaron unos escritos que denominé Desde las Escalonias que constituyen en lo fundamental la Parte III del presente libro, Física de la Deidad, también con una triada de capítulos: Creador&Creación, Convivencia vibracional y Espíritu encarnado y Bien y Mal. En lo relativo a sus contenidos debo extender mi agradecimiento a Ignacio Darnaude, quien con su maestría y sus escritos me enseñó el camino en el que ciencia y espiritualidad hacen comunión; a Enrique López (gracias a Cristina Martín Jiménez y su familia por haber propiciado aquel primer encuentro en Mairena del Alcor), cuya conversación apasionada me ha aportado notables claves para abordar el examen del Mal; y a José Luis García Burgos y demás componentes de uno de los grupos focales en España del Libro del Conocimiento, que pusieron a mi disposición fascículos de la obra que despertaron la inspiración para analizar y comprender asuntos como el Juicio Final.

En tercer lugar, a lo largo del último año y medio, la causalidad ha hecho posible que iniciara o profundizara la amistad con una extraordinaria pléyade de mujeres y hombres. Su afecto y generosidad hacia mi humilde persona han sido especialmente importantes para la composición del libro, en general, y de su tramo final, en particular, es decir, la Parte IV, Unidad y Amor, configurada por dos capítulos titulados precisamente Unidad, Capítulo 9, y Amor, que cierra la obra. Destaco al respecto a Ángel Oliveros, con el que he experimentado lo que significa resucitar en vida, además de disfrutar de buenos ratos en su programa de televisión, Confidencias en el Camarote; la Asociación Parthenós, Aurelio Centeno y el grupo de amigas (Ana Campos, Ana Mª García, Carmen Montañez, Concha Reina, Lidia González, Luchy Cordones, Mª José Pineda, Mª José Rodríguez, Rosa Simarro, Rosario Torregrosa y Teresa Dugo) que se mueven en torno a ese programa; Ángela Contreras, de cuya mano y asesoramiento en lecturas he aterrizado en la dimensión donde los libros y los conocimientos dejan de ser necesarios; Antonio López, alma con solera que me ha ayudado a descubrir puertos en los que recaló la mía; Denis Lemarchand, que me ha brindado su bagaje de saberes iniciáticos; Juan Sánchez Gallego, con el que ahondé en ellos; Fernando Vázquez Brea, plasmación misma del Amor en primera persona; Lola Rumi, cuya inteligencia afinó mi percepción acerca del papel del intelecto en el crecimiento espiritual; Manolo Zapata, que con su sapiencia me ha introducido en ámbitos como los campos mórficos y morfogenéticos; Mila Peruyera, que desde su visión interdimensional constantemente me ha facilitado energía; Pepe Navajas, buscador incansable con el que he constatado el diseño inteligente del Universo; Rafael Raya, experto en mitología y culturas arcaicas que me desentrañó secretos de la geometría sagrada; los ya mencionados Cristina Vega, José Carlos Cuerda, Juan Antonio Lorenzo e Ignacio Darnaude, con los que tanto comparto; y África Arroyo, Alberto Mula, Amparo Lledó, Ana Gil, Aurora Velasco, Concha Calderón, Isabel del Valle, Juan Hernández, Juan Ramón Llorca, Luisa Díaz, Malena Martínez, Mamen Mateo, Margarita Villar, María Ramos, María Valencia, Mª José Cabrera, Mª José López Palop, Mª Josefa de la Corte, Mª Luz Porta, Mavi Mellado, Paco Pérez, Paco Ruano, Pilar Chaves, Pura Fernández, Rosa Mª Navarro, Salud Jiménez y un largo etcétera.

Y por último, que no lo último, la organización y desarrollo del Taller de Espiritualidad para Buscadores que tengo el inmenso placer de impartir en las instalaciones del Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla. La atención, los comentarios y las aportaciones de las más de 60 personas que han participado en las dos ediciones celebradas hasta ahora (entre octubre y diciembre de 2008, la primera; y de febrero a abril del 2009, la segunda) llenan la totalidad del texto. Sé que expreso el sentir de todas ellas si entre los participantes resalto aquí a Fernando Gaebler, quien a poco de comenzar el segundo Taller transitó a otra dimensión, donde el Maestro Jesús y el Hermano Francisco Javier, por los que tanto Amor y admiración sentía, lo recibieron con los brazos abiertos. Su presencia y su influencia energética han seguido con nosotros y estoy convencido que impregnan estas páginas. Y también en nombre de todos señalo nuestro agradecimiento al Círculo Mercantil en las figuras de su presidente, Salvador Casado, y del responsable de su Aula de Cultura, el ya citado Práxedes Sánchez. Su empeño y el apoyo del personal administrativo y de mantenimiento de la entidad han sido decisivos para la existencia del Taller y para la puesta en marcha de otras actividades —Cine Sierpes, Asambleas Temáticas, mesas redondas y conferencias— que le sirven de complemento.

No deseo distraer más la atención del lector con este Prólogo. Aunque ni quiero ni debo concluirlo sin una referencia a mis dos mejores amigos, Antonio Baena y Justo González, a mis hijos —Emilio, Paula y Andrés— y, de forma especialísima, a María Jesús. Ellos, al compartir mi cotidianeidad, son testigos de excepción de que las páginas que siguen no son teoría, sino una espectacular experiencia práctica que transforma radicalmente desde lo más profundo del Ser. De hecho, han vivido a mi lado los momentos desconcertantes que tamaño cambio trae inexorablemente
consigo; de la misma manera que disfrutan ahora, al menos así lo espero, de que su amigo, padre o marido haya cruzado al otro lado del espejo.

Con Amor, a los que desde el presente eterno son los verdaderos autores de este libro.

Sevilla, 12 de agosto de 2009"



Comentarios

  1. Buscando seguir aprendiendo y compartiendo, puesto que, la mejor labor social, desde mi sentir genuino, es, promover el desarrollo de la consciencia del SER humano.

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