"Crónicas de Ávalon" Emilio Carrillo B (21) Ho'oponopono
Ho´oponopono.
Hacia semanas que no veía a Morgana y me alegró saludarla en la puerta principal del Tor, poco antes de comenzar la tercera jornada del encuentro de hadas jóvenes, en la que ella sería la encargada de ilustrarnos acerca del denominado ho´oponopono.
-También yo me alegro de volver a verte-, respondió con cariño a mi saludo, -así como de que asistas a la charla. Seguro que te gustarán sus contenidos. Y como ha ocurrido en Dywrnad precedentes con las intervenciones de la Reina de las Tempestades y sus maestras auxiliares, estás autorizado a grabar mis palabras y transcribirlas para tus amigos-.
-Muchas gracias, Morgana-.
-En absoluto, Emilio. Soy yo quien te agradezco que difundas mi exposición, que así podrá ser de ayuda para personas que viven en lugares muy lejanos de Ávalon-.
Correspondí a su comentario con un ligero gesto de cabeza y, antes de que pudiera decir algo, continuó hablándome:
-Como no tendré ayudantes y seré la única ponente, para evitar que las hadas jóvenes se duerman-, se río sonoramente de su propio comentario,-haré un breve descanso en el ecuador de la disertación. Si te parece bien, podemos aprovecharlo para compartir un rato de plática en el Chalice Well-.
-¡Magnífico!-, le contesté señalando ligeramente con mi brazo derecho la dirección del referido lugar, un pequeño, bello y muy cuidado jardín, considerado por las hadas cual lugar mágico, anexo a la parte delantera de la edificación del Tor.
Sin más preámbulos, nos adentramos en el salón de celebración de la reunión, el mismo que se había usado en las fechas anteriores. La totalidad de las hadas aguardaban ya en sus respectivos asientos. Y casi antes de que hubiera podido acomodarme, Morgana arrancó su discurso.
-El denominado ho´oponopono se fundamenta en la consciencia de ser y en la doble dimensión de ésta como “alerta” y “espacio” que ya fue resaltada en las intervenciones de la Maestra de Hadas y sus auxiliares. Como ellas han subrayado, la consciencia se relaciona con “ser” y cuenta con dos esferas indisolublemente ligadas: “consciencia de lo que se es” y “consciencia de lo que es”. La primera se refleja en estar “alerta”: sé y siento lo que soy (toma de consciencia de lo que se es, de quien soy). Y la segunda, con el “espacio”: mi ser es el espacio en el que surgen las formas del ahora (toma de consciencia de lo que es, de lo que es la realidad). “Yo soy el que soy” sintetiza esta doble perspectiva. Permanezco en alerta siendo y sintiendo en el ahora mi ser verdadero y subyacente, eterno, inmutable. Y constato cómo mi ser es la forma del momento presente, el espacio, el terreno de juego en el que acontecen y se despliegan los contenidos tan variopintos como cambiantes del ahora.
Nada es, por tanto, ajeno a mi Ser: ni mi Yo verdadero, pues es mi Ser mismo; ni las formas mutables del ahora continuo, pues yo soy el espacio en el que existen y se desenvuelven. Al adquirir esta conexión con el Yo verdadero, no utilizo el ahora en otra cosa que no sea para Amar. Y comprendo y acepto que tengo el 100 por 100 de la responsabilidad de todas las cosas que me ocurren y suceden a mi alrededor y de la globalidad de las formas mutables del momento presente, del ahora, de la vida. El pecado no existe, ni nadie nos juzga, pero cada uno tiene la completa responsabilidad de su vida y de los hechos, relaciones, encuentros y eventos que en ella se producen.
Este convencimiento estaba presente en antiguas culturas que creían firmemente, utilizando un símil actual, que la vida de cada cual es una película en la que uno mismo es el guionista, director, cámara y protagonista. Y en ese mismo convencimiento se basa precisamente el ho´oponopono, que nos recuerda que la vida es realmente una cadena de vidas físicas y que guardamos en nuestra memoria trascendente, en el “disco duro” sutil de cada uno, todos los pensamientos generados y experiencias acontecidas a lo largo de la citada cadena vital. Son estos pensamientos (los plenos de Amor, pero también los dolorosos y funestos) y experiencias (las llenas de Amor, pero igualmente las carentes de él y que han causado daño a nosotros mismos o a los demás) los que mantenemos en nuestro disco duro y proyectamos hacia la dimensión superficial (formas y contenidos) del momento presente y del mundo exterior. Así, esa dimensión superficial y ese mundo exterior son moldeados por nosotros mismos a semejanza nuestra-.
Gracias a la autoridad y al convencimiento con el que lanzaba sus palabras, Morgana se había ganado pronto al auditorio. Ataviada con una veste negra idéntica a la usada por la Reina de las Tempestades, se paseaba entre el publico a la par que desgranaba sus mensajes. Verla y escucharla eran un autentico placer.
-El ho´oponopono proviene de tradiciones indígenas del Pacífico, en general, y de la cultura hawaiana, en particular. Literalmente significa “acertar el paso” o “corregir el error”. De acuerdo con arcaicas creencias, el error proviene de experiencias dañinas y pensamientos frustrantes desplegados en otras vidas y que se acumulan en la memoria donde almacenamos nuestra existencia (cadena de vidas). Esta memoria trascendente, incluida la parte de la misma contaminada por tales experiencias y pensamientos faltos de Amor, aflora y se manifiesta en nuestra vida actual, reflejándose y explicando multitud de actos, sucesos y circunstancias que vivimos y nos rodean. Ante esto, la práctica del ho´oponopono nos enseña a agradecer conscientemente a nuestro Ser profundo las cosas bellas y hermosas que ahora vivimos, cual modo de subrayar y poner en valor la parte (archivos del disco duro) repleta de Amor que la memoria trascendente atesora. Y nos enseña, igualmente, a reconocer y a asumir como responsabilidad propia la totalidad de las vivencias dolorosas del presente, cual forma de eliminar y borrar la parte (archivos del disco duro) carente de Amor que la misma memoria guarda. De esta manera, ho´oponopono ofrece la posibilidad de revalorizar los archivos con Amor y eliminar los sin Amor, liberando la energía de experiencias y pensamientos cargados de daño y error que son causa y origen de desequilibrios, desasosiegos, insatisfacciones, enojos, enemistades y enfermedades.
El ser humano es una unidad energética y vibracional en la que conviven tres gamas o modos vibratorios: Espíritu o Yo verdadero (en terminología ho´oponopono, “Aumakua”, “Superconsciente” o Padre); cuerpo físico, con la mente y el intelecto como componentes más desarrollados (“Uhane”, “Consciente” o Madre); y alma, que, junto al ADN sutil (“células del alma”), almacena las experiencias acumuladas durante la cadena de vida (en ho´oponopono se llama “Unihipili”, Subconsciente” o “Niño Interior”).
Pues bien, éste último componente es el responsable de todo lo que proyectamos desde nuestro disco duro hacia las formas del mundo exterior. El Unihipili acumula los archivos de memoria, tanto de esta vida como de las restantes de la cadena de vidas que recorremos en nuestra encarnación en el plano humano; y lanza sus contenidos a las formas del momento presente, moldeándolas a nuestra semejanza. Sin embargo, el ser humano consciente está en condiciones de incidir sobre esa memoria y los archivos para afianzar las experiencias y pensamientos plenos de Amor (que se manifiestan en hechos positivos y hermosos de nuestra vida de ahora) y eliminar los llenos de odio, frustración y resentimiento (que se plasman en circunstancias y vivencias negativas y dolorosas de la vida presente).
¿Cómo hacerlo?. Por medio del Uhane o Consciente, que es a quien corresponde decidir que aceptamos al 100 por 100 la responsabilidad de nuestra vida. Esta aceptación posibilita que trabajemos en el archivo que haya generado la situación que nos afecta en la actualidad, en la idea de que todo en nuestra vida nos llega para que borremos energías perniciosas guardadas en la memoria trascendente o afiancemos los archivos llenos de Amor que también atesora-.
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