"Buscadores" Emilio Carrillo B (50) Noosfera y Teoría Sintérgica.
«Noosfera» y Teoría Sintérgica.
Los campos mórficos tienen, por otra parte, similitudes significativas con la «noosfera». Con este término denominó el científico ruso-ucraniano Vladímir Vernadski a una de las cinco realidades integradas que en superposición, sostenía, conforman la Tierra. Y Teilhard de Chardin lo hizo suyo para referirse a la capa de materia pensante con una consciencia propia que, según vislumbró, recubre el planeta: la noosfera sería análoga al pensamiento, al producto del córtex cerebral en los humanos.
En estos tiempos de ebullición de Internet, quizá el paleontólogo y filósofo francés la hubiera identificado como la «red planetaria pensante»: un sistema de conocimiento e información, una red global de autoconsciencia, instantáneamente retroalimentada y en comunicación total. Es decir, la mente de la Tierra. Línea de argumentación que Javier Candiera ha apurado con relación a la especie humana y su estadio evolutivo al afirmar que Internet se está configurando precisamente como el sistema nervioso artificial de la humanidad, que nos permite pensar como una comunidad y con facultades que superan a las de cada una de las partes, sea cualitativa o cuantitativamente.
Y citar en este contexto la noción de red, obliga a recordar el campo cuántico que subyace en el plano más profundo del mundo natural. Como ya se ha reiterado en capítulos anteriores, en ese nivel no hay materia sólida, sino vibraciones de energía que han tomado cierto aspecto de solidez. La física cuántica ha demostrado que todo lo que vemos está conectado por infinitos, eternos e ilimitados campos cuánticos: una especie de red invisible en la cual está entrelazada unitariamente toda la creación, hasta el extremo de que los límites de cada objeto son ilusiones impuestas por nuestra limitada capacidad de percepción.
En colación con lo cual, Einstein trabajó en la Teoría del Campo Unificado (guarda semejanzas con el «orden implicado » de David Bohm, reseñado páginas atrás), sosteniendo la existencia de un Universo totalmente relacionado, aunque todavía no se ha logrado definir una única fórmula matemática que demuestre esa realidad unitaria y total del Cosmos. Y existirían distintas formas, con la vibración como base, de conectarse con tal campo unificado. Una de ellas, por ejemplo, sería el sonido, razón por la cual nuestra voz —el canto, la oración o la repetición de un «mantra»— puede coadyuvar a restablecer nuestro equilibrio interior y exterior y paliar o eliminar los trastornos energéticos de nuestro cuerpo.
En colación con lo cual, Einstein trabajó en la Teoría del Campo Unificado (guarda semejanzas con el «orden implicado » de David Bohm, reseñado páginas atrás), sosteniendo la existencia de un Universo totalmente relacionado, aunque todavía no se ha logrado definir una única fórmula matemática que demuestre esa realidad unitaria y total del Cosmos. Y existirían distintas formas, con la vibración como base, de conectarse con tal campo unificado. Una de ellas, por ejemplo, sería el sonido, razón por la cual nuestra voz —el canto, la oración o la repetición de un «mantra»— puede coadyuvar a restablecer nuestro equilibrio interior y exterior y paliar o eliminar los trastornos energéticos de nuestro cuerpo.
Nociones que presentan indudables parecidos con la Teoría Sintérgica, del investigador mejicano Jacobo Grinberg, que se centra en la existencia de lo que él llama «campo sintérgico»: una matriz informacional, de perfil holográfico, que todo lo abarca y envuelve y que contiene en cada una de sus porciones la totalidad de la información. En tal nivel de cualidad de la experiencia no hay objetos separados unos de otros, sino un extraordinario campo informacional interconectado e interactivo de enorme complejidad. Los seres humanos interactuamos con él a través del cerebro.
La Teoría Sintérgica mantiene que uno de los últimos pasos en el procesamiento que el cerebro realiza para «construir» la realidad es la creación de un «campo neuronal»: cada proceso energético que se lleva a cabo en el cerebro —en la estructura de cada neurona, dendrita o axón— crea una microdistorsión de la estructura del pre-espacio; y las interacciones entre todas estas microdistorsiones dan lugar a una macrodistorsión hipercompleja denominada campo neuronal. Así, éste es una matriz resultante de la actividad neuronal del cerebro y actúa, a su vez, con la matriz preespacial. A partir de esa interacción aparece la «realidad percibida», la que captamos con los sentidos físicos, y se plasma el repetido «creas lo que crees». Y dependiendo de la cualidad del campo neuronal —su sintergia, coherencia y densidad informacional— así será el nivel de interacción congruente con el campo cuántico. Se puede prever que una persona con un elevado desarrollo consciencial poseerá un campo neuronal de alta sintergia, que funcionará de manera muy coherente y equilibrada y con gran frecuencia vibracional.
Siendo el campo neuronal una particular distorsión de la estructura del pre-espacio, se puede inferir que existe un nivel de esta estructura que contiene la información de todos los campos neuronales existentes. La Teoría Sintérgica llama «hipercampo» a esa estructura informacional global y sostiene que somos una geometría dentro del hipercampo. Sólo un ser plenamente consciente (Cristo, Buda,...) puede actuar sobre él. Un grupo de seres humanos puede unir sus fuerzas para influir sobre el hipercampo, pero tienen que generar una onda muy intensa, una frecuencia especial, explosiva.
Ahora bien, la primera tarea al respecto de cada persona debe comenzar por uno mismo. Se trata de captar la energía propia que fluye por nosotros y aprender a sentir cómo vibramos —la emisión de sonido antes citada es una buena manera—. E, inmediatamente, ponerla en movimiento de modo consciente y expresarla mediante el cuerpo, creando una onda expansiva y proyectándola hacia el mundo que nos rodea y al Universo. A través de las rejillas energéticas que vamos creando se van abriendo puertas. Son de doble sentido y permiten trabajar con otras dimensiones.
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