"Buscadores" Emilio Carrillo B (54) : Vía de Servicio a los otros (VSO) y la Vía de Servicio a mi mismo (VSM).

Vía de Servicio a los otros (VSO) y la Vía de Servicio a mi mismo (VSM).

Una cuestión crucial es poner atención a nuestras emociones. Nuestra frecuencia vibratoria disminuye cuando nos enredamos en odios, enojos, preocupaciones, envidias, resentimientos, celos, miedos, etcétera. Y si lo sentimos nosotros, lo emitimos al resto del género humano, a la Tierra en su conjunto y al Universo.

Tales emociones son humanas y no nos debemos desesperar cuando surgen. Pero no debemos identificarnos con ellas ni apegarnos a las mismas. Cuando las sintamos, seamos conscientes de tenerlas y no nos enganchemos, dejémoslas pasar. Ya sabemos que la oscuridad no se vence luchando contra ella, sino abriendo espacio a la luz. No nos apeguemos a los sentimientos oscuros y llenemos nuestras mentes y corazones con emociones de amor, tolerancia, respeto, alegría, paz,… .

Estamos asistiendo a una tensión creciente entre dos caminos espirituales: la Vía del Servicio a mí mismo (VSM) y la Vía del Servicio a los otros (VSO). Hay escuelas que sostienen que la VSM ha sido abierta a los humanos en tiempos relativamente recientes, quizás en la era de la Atlántida, denominando a sus seguidores «hijos de la oscuridad». Este camino involucra al ser que es egoísta o egocéntrico más del 51% del tiempo. Los extremistas que están tomando este camino hasta su límite buscan el control absoluto de la Tierra. Algunos son tan radicales en el servicio a ellos mismos que no les importa situar al planeta al borde de la destrucción con tal de tomar el mando. Existen sociedades secretas, algunas muy antiguas, cuyos miembros son auténticos adoradores de la VSM, que personifican en Lucifer o en Satanás.

En cambio, los seres humanos que están en la VSO practican los principios de la Ley de Unidad y sirven las necesidades del Todo y de otros más del 51% del tiempo. Muchas personas que siguen este camino están ya listas para moverse en el cambio energético descrito en su momento a propósito del Juicio Final o salto dimensional. Hay numerosos estudiosos del cambio vibracional que sostienen que bastantes de los nuevos niños nacidos desde 1987 (los denominados «niños índigos») están al cien por cien en la Vía del Servicio a los Otros y se han encarnado para ayudar a incrementar la frecuencia de la Tierra.

Históricamente, la tensión entre VSM y VSO ha sido plasmada por cada generación de modo ajustado a su cultura y circunstancias. En la actualidad, la encontramos hasta en películas célebres que han dado lugar a seriales cinematográficos, desde La Guerra de las Galaxias al Señor de los Anillos, pasando por Harry Potter. Hay quien estima que la pugna entre ambos caminos está llegando a su clímax y que el choque se está acelerando. Pero como se ha recalcado en el inicio de este capítulo, las tensiones que observamos en el exterior, en el mundo que nos rodea, son, en realidad, el reflejo y la proyección de las que hay en el interior de cada uno. En nuestra vida cotidiana estamos continuamente eligiendo entre pensamientos y conductas de alta frecuencia vibratoria (las fuerzas blancas de los filmes citados) y las de baja gradación vibracional (las fuerzas oscuras de las mismas películas). El reto no está en luchar contra la oscuridad, sino en abrazarla dentro de nosotros y de los demás para que la luz inunde nuestro corazón y el de la humanidad. El secreto es el Amor.

Hay una amplia batería de pensamientos y actuaciones que, consciente o inconscientemente, inundan nuestras vidas y minoran nuestra frecuencia vibratoria, alimentando energéticamente la Vía del Servicio a mí mismo. No sólo se trata de actos u obras que originan dolor o daño. Sucede también cada vez que juzgamos a alguien, al hacer suposiciones, cuando nos perdemos en la marejada de las opiniones (los tres escalones que El laberinto de la felicidad aconseja limpiar: lo que creo que los demás opinan de mí, lo que yo opino de los otros y la opinión que tengo de mí mismoo al utilizar la palabra de manera no impecable -fomentando o haciéndonos eco de bulos, rumores, chismorreos-.

En cambio, el enamoramiento del Ser Uno y la consciencia de nuestro linaje divino, sentirse como parte y en contacto con el Universo, la Tierra y la naturaleza, la compasión, el perdón, el agradecimiento por lo hermoso, la bondad, la alegría o el amor al prójimo —sobre el que se ahondará de inmediato— crean energías que potencian las fuerzas de Luz. La mejor manera de aumentar nuestra gradación vibracional y apoyar a todos los que caminan por la Vía del Servicio a los Otros sin co-dependencia. Es, decir, servir a los demás, pero sin que nuestro ego aparezca en escena: por ejemplo, creyéndonos mejores, pensando que la buena acción nos hace merecedores de contrapartidas —verbigracia, alcanzar el Cielo— o enganchándonos en el dolor ajeno, que convertimos en sufrimiento propio y justificación de apegos materiales.

Necesidades mías (NM) y necesidades de los otros (NO) 

El desafío cotidiano radica en saber equilibrar las lógicas necesidades para el cuidado básico de uno mismo -para no desgastarse- con las necesidades de la Unidad y, por tanto, de todos los demás. Frecuentemente, se aborda este asunto como si se tratara de polos opuestos: las Necesidades mías (NM) frente a las Necesidades de los otros (NO). Pero esta dicotomía es falsa.

Para ayudar a los demás, debo estar en condiciones de hacerlo: para atender las NO he de cubrir las NM. Sin embargo, debo evaluar bien, con sentido común y austeridad, cuáles son mis necesidades, para no terminar postergando las necesidades de los demás ni desvirtuar o exagerar las mías: la atención a las NM no puede relegar a un segundo plano las NO. No hay dualidad: la cobertura de las NM son el medio; la atención a las NO es el fin.

La prioridad es Amar. Y para ello debo estar en las condiciones físicas y mentales adecuadas. Tales condiciones han de ser coherentes con el servicio que prestemos a los otros; y cada uno debe conocerse a sí mismo y saber cuáles son sus talentos para ponerlos al servicio de los demás. No se trata de que todos sirvamos a los otros de la misma manera; la cuestión radica en poner nuestros talentos —cada uno tiene los suyos— al servicio de los otros. Sin intromisiones del ego, tan acto de servicio es curar una herida como dibujar una sonrisa en el rostro de los otros; tan servicio es compartir los bienes como escuchar al que te para por la calle.

Cuando se logra esta interacción entre las NM y las NO, se produce en el cerebro humano un hecho fantástico: el cambio de polaridad energética y vibratoria. Ello tendrá como consecuencia la sustitución de la dualidad «todo/nada» por un equilibrio basado en «ambos/y». Se habrá producido el cambio de visión. Dejaré de contemplarme como «yo» y los «otros» (visión fragmentada o de separación de la Unidad). En su lugar, comprenderé íntimamente que todo es suma de partes y forma parte, a su vez, de una suma superior, por lo que el «yo» no es sino suma de partes y forma parte de una suma superior. Y esto no significa que soy un eslabón en una cadena unitaria (una hoja en el árbol), sino que soy la Unidad misma (el árbol mismo). Esto transforma radicalmente la consciencia y percepción y nos lanza a la consciencia multidimensional.



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