"Crónicas de Ávalon" Emilio Carrillo (7) Iapetus y Nibiru - 2

-Lo que conozco de Nibiru-, le respondí, -lo he leído en Crónica de la Tierra, la monumental obra de doce volúmenes del investigador ruso Zecharia Sitchin, experto en lenguas muertas. Su nombre significa "lugar que cruza" o "lugar de transición" y para los antiguos babilonios era un cuerpo celeste asociado al dios Marduk. Sitchin recorrió el mundo traduciendo miles de tablillas de arcilla localizadas en distintos museos de los cinco continentes. Y en ellas encontró descrito el origen del ser humano, tal como hoy lo concebimos, según los sumerios, la primera civilización conocida en la historia de la humanidad, que responsabilizan de la creación de la especie humana a seres extraterrestres, los anunnaki (el Libro del Génesis (6,4) los denomina nefilim), que habrían provocado un salto en lo evolución de los primates hominoideos mediante la manipulación genética-.

Miré a Nimue a los ojos, comprobando que me observaba con atención, por lo que continué mi disertación:

-Uniendo las aportaciones de Sitchin a las de Drunvalo Melchizedek, vertidas en el primer volumen de su libro El antiguo secreto de la flor de la vida, los nefilim, seres gigantes, de hasta cuatro metros y medio de altura, capaces de vivir muchos miles de años, recalaron por vez primera en la Tierra hace unos 450.000 años. Su objetivo era extraer oro, mineral que precisaban con urgencia para la supervivencia de su mundo y del que habían localizado grandes betas en el sudeste del actual continente africano. Durante milenios hicieron este trabajo ellos mismos, hasta que, al surgir conflictos, optaron por utilizar a criaturas nativas, hominoideos aún simiescos, para lo que tuvieron que realizar en ellas actuaciones de ingeniería genética dirigidas a incrementar su capacidad e inteligencia. Fue así como apareció el ser humano hace unos 200.000 años-.

Por su semblante, me daba la impresión de que no estaba informando a Nimue de nada que no supiera de sobra, por lo que no me extrañó su pregunta:

-Y, según Sitchin, ¿dónde se localiza Nibiru?-.

-En su descripción de la cosmología sumeria, se refiere Nibiru como el “12º planeta” o “Planeta X”, que incluye la descripción de 10 planetas, más el Sol y la Luna. Igualmente, indica que en la antigüedad se habría producido una colosal colisión de uno de sus satélites con Tiamat, un planeta que habría estado situado entre Marte y Júpiter. De esta catástrofe cósmica nació el cinturón de asteroides y el propio planeta Tierra y su satélite, la Luna. Como consecuencia del choque, Nibiru habría quedado atrapado en el sistema solar, volviendo al lugar de la colisión periódicamente en una órbita excéntrica. Sitchin cita algunas fuentes que, según él, hablarían sobre el planeta, describiéndolo como una estrella, concretamente una estrella enana marrón ubicada en una órbita sumamente elíptica alrededor del Sol, de unos 3.600 a 3.760 años. Sitchin atribuye estos datos a los astrónomos de la civilización maya-.

Nimue asintió con la cabeza, pero no parecía satisfecha. Me dio el tiempo justo para que apurara mi plato e, inmediatamente, me cuestionó con su habitual contundencia:

-¿Algo más?-.

¿Aún más?, pensé para mis adentros:

-Agregar quizá que el escritor e investigador turco Burak Eldem ha sugerido que, realmente son 3.661 años los que duraría el período orbital del supuesto planeta, anunciando su "fecha de vuelta" para el año 2012. Según él, 3.661 es un séptimo de 25.627, que es el ciclo total "de 5 años mundiales" según el calendario maya extendido. Añade que el último paso orbital de Nibiru sucedió en el año 1649 a.c., causando grandes catástrofes sobre la Tierra, como las erupciones que dieron forma al archipiélago volcánico de Santorini, la antigua Thera, en el mar Egeo-.

-Bueno… -, Nimue apuró su cerveza antes de proseguir, -veo que también tú eres un experto en estos temas. Aunque hay varios extremos que, si quieres, te puedo precisar y hasta corregir-.

-¡Por supuesto!. Soy todo oídos-, expresé con franqueza, ya que tenía verdadero interés en que me revelara todos sus conocimientos sobre el asunto, que presumía apabullantes.

-Intentaré ir al grano, Emilio. Para empezar, la colisión con Tiamat, de la que surgió la Tierra o Gaia, la Luna y el anillo de asteroides entre Marte y Júpiter, se produjo hace miles de millones de años, mientras que, por los anales que manejamos en Ávalon, la fecha de la manipulación genética acometida por los anunnaki para gestar la especie humana es mucho más reciente, pues tuvo lugar en el año 198.214 a.c.. Ahora bien, este es el momento de la operación final, por expresarlo de algún modo, pues antes habían hecho otros experimentos genéticos cuyos resultados no fueron satisfactorios para los nefilim, bien porque se quedaron cortos en su objetivo de dotar a los primates hominoideos con el nivel de inteligencia y capacidad física pertinentes para que pudieran serles útiles, bien porque las criaturas resultantes eran demasiado inteligentes, excesivamente parecidos a ellos mismos. Prueba y error. ¿Comprendes?-.

-Perfectamente. Continúa, por favor-.

-Por otra parte, Nibiru no es una estrella, sino un planeta que gira en torno a una estrella apagada, una enana marrón, que es hermana de nuestro Sol, en el sentido que conforma con él nuestro sistema solar-.

-Perdona, Nimue, pero no te entiendo-.

-Es sencillo. Las investigaciones mas recientes evidencian que un elevado porcentaje de estrellas son parte de sistemas de, al menos, dos astros. Y muchos de los sistemas solares que nos rodean son binarios: están compuestos por dos estrellas que orbitan mutuamente en torno a un centro común. Ors no es una excepción a esta regla y nuestro querido Sol cuenta con una compañera. Aquí la denominamos Soldwarg-.

-¿Por qué no la vemos?-, fue lo primero que se me vino a la cabeza.

-Un científico te contestaría que debido a que estamos en un sistema solar binario astrométrico, es decir, sistemas dobles en los que sólo es visible un componente. El otro objeto, el invisible, suele ser un cuerpo de luz muy baja o de luminosidad nula, normalmente una enana roja o una enana marrón. La acompañante del Sol es esto último, una enana marrón, tipología de estrella que los astrofísicos definen como de masa subestelar e incapaz, por tanto, de mantener reacciones nucleares continuas de fusión del hidrógeno de su núcleo. Es una especie de estrella “fallida”, pues contienen los mismos materiales que el Sol, pero ostenta una masa insuficiente para brillar. Además, tampoco su volumen es muy grande, similar al triple de Júpiter. Y si podemos detectar que existe es por el tirón gravitatorio que produce, sobre todo cuando se acerca al Sol, lo que explica determinadas anomalías gravitatorias existentes en Ors para las que la ciencia “oficial” no tiene respuesta-.

-¿Y a qué distancia del Sol se localiza Soldwarg?-.

-Depende del momento de la órbita mutua, que marca un periodo de rotación de 3.600 años. En la fase de mayor alejamiento, la distancia entre ambos astros va más allá de las 70 unidades astronómicas (una unidad astronómica –ua- es igual a la distancia media entre la Tierra y el Sol, casi 150 millones de kilómetros). Y en los de más acercamiento, ronda los 40 ua-.

-Esto significa que la velocidad media de aproximación entre ambos supera el millón de kilómetros al año-.

-En concreto, 1.250.000 kilómetros anuales: en 36 siglos la distancia oscila en unos 4.500 millones de kilómetros, 30 ua. Pero esto no es lo trascendente, sino otros dos hechos. Por un lado, hay que tener en cuenta que Plutón se halla a 39,5 ua, por lo que, en el periodo de mayor cercanía, la estrella marrón se sitúa adyacente a la frontera de lo que asumimos como nuestro sistema planetario, delimitado por la serie de planetas que van desde Mercurio al referido Plutón. Y, por otro, la enana marrón no viaja sola, sino que la acompañan varios planetas que giran a su alrededor. Uno de ellos es precisamente Nibiru, que se caracteriza por una órbita bastante extraña, con un movimiento elíptico que presenta grandes parecidos, a su escala, con el de Iapetus-.

-De ahí que, en la protohistoria cósmica, Nibiru llegara incluso a introducirse entre Júpiter y Marte, colisionado con Tiamat-, le apostillé.

-Efectivamente. Y muchísimo tiempo después, los habitantes de Nibiru aprendieron a usar en beneficio propio la aproximación de la enana marrón al Sol, aprovechando esos estadios del ciclo para efectuar sus incursiones en la Tierra-.

-¿Y el Sol, Nimue, se ve afectado de algún modo durante la fase en la que se reduce al máximo la distancia entre él y Soldwarg?-.

-Sí, sensiblemente. Sufre una especie de balanceo ocasionado, por los impactos de la interacción gravitatoria, alterando su radiación electromagnética-.

Visto lo cual, la siguiente pregunta estaba cantada:

-¿Y en qué periodo de la órbita del sistema binario nos encontramos?-.

Nimue guardó silencio. Por unos segundos creí que no me iba a responder. Finalmente dijo:

-Nos estamos acercando al de mayor vecindad-.

-Esto explica-, me pareció una conclusión obvia, -los cambios climatológicos y atmosféricos que parecen afectar a todos los planetas del sistema solar, incluida la Tierra-.

-Es un factor notable a la hora de comprender el auténtico origen del cambio climático que vive Gaia, si bien hay una razón de bastante más peso que, teniendo también perfil cosmogónico, se relaciona con el tránsito periódico de Oort por la Vía Láctea. Pero sobre este asunto específico, Merlín es el experto. Pregúntale a él-.

Como podéis imaginar, le hice caso a Nimue e interrogué al Gran Mago en la primera oportunidad que tuve. ¿Qué me desveló?. Pues cosas tan asombrosas que bien merece la pena que les dedique la próxima Crónica.





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