Hace mucho que no te cuento un cuento.


Un día en el parque.

Era una vez que un padre llevó a su hijo al parque, iban muy contentos y el niño rebosaba de alegría de la mano de su padre; corrían, saltaban, jugaban siempre juntos y pasaban el rato mirándose a los ojos. Pero en un momento que se separaron, o bien el padre se despistó o bien el niño se arriesgó y se separó demasiado, el caso es que el niño se vio solo y no tuvo más remedio que seguir adelante. No obstante, se hizo valiente, le echó valor y siguió el solo; tropezaba y se levantaba, se lastimaba y se hacía el fuerte, tuvo que aprender a valerse por sí mismo y siguió por el parque.

Su padre lo observaba de lejos, pero no intervenía, lo llevaba con la mirada y de vez en cuando le mandaba señales que el niño a veces no entendía. Pese a los llantos y dolores de la criatura procuraba mantenerse al margen, era preciso que lo encontrara por sí mismo.

El padre estaba sobre él y en el parque, más aún, era el parque, con sus árboles, sus piedras, sus estatuas y su fauna y flora, y todo el parque era la forma material del padre y el niño estaba en el, pero estaba perdido porque de pronto estaba solo, se vio solo y ya no estaba con el parque, se encontraba solo. Fue como cuando una madre da a luz y de pronto el niño nace y ve que ya no es su madre sino que es un niño y está fuera de su madre porque ha nacido y se ve solo, se encuentra solo y se reconoce solo; por lo tanto llora y solo se calla cuando se engancha a la teta porque entonces, se vuelve a reconocer en la unión a su madre.

Pero bueno el niño seguía en el parque y seguía experimentando y viviendo, por un tiempo siguió andando, a veces por la senda y otras cruzando malezas y jardines, pinchándose con las ramas y aprendiendo y experimentando, a veces veía sombras y le parecían pertenecer a su padre, pero no las alcanzaba. Otras veces veía señales que había en el camino y las reconocía, incluso se encontraba con otras personas que decían conocerlo pero interpretaban mal los datos y le confundían, le decían que si era la estatua, otros que si el sol...............

Pasó el tiempo, se hizo mayor y un buen día, que estaba acalorado y seguía confundido, tomó una decisión; se desnudó de todas sus pertenencias y ropajes y se metió en el estanque, jugueteaba con el agua y las olas que se formaban, las veía alzarse y volverse a aquietar y pensaba, son las olas pero también son el mar, y el mar también son las olas y a la vez el mar. Se salió del baño, y se sentó a meditar en un banco bajo el sol del otoño, se olvidó de todo lo que había recorrido, se vació de todo lo que había recogido en el camino que podían darles pistas del paradero de su padre, cerró los ojos, paró de pensar, detuvo su reloj, cerró sus oídos a todo, se abandonó por un tiempo a la protección de la naturaleza, se hizo uno en la meditación con lo que le rodeaba y formó parte del parque como uno más, en las mismas condiciones que el árbol, el banco, la fauna, la flora, las estatuas y el estanque. Se dio cuenta que toda aquella unidad era la forma del padre, y ya nunca se separó porque dejó de ser niño y se unió al parque como las ramas del árbol están unidas al árbol y ambos lo son, y como las olas del estanque están unidas al agua del estanque y son estanque. Al final se encontraron.

Pocarropa 




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