"Crónicas de Ávalon" (30) El Principio Holográfico
El Principio Holográfico.
Tras la inmersión en las Dimensionis de San Isidoro y en las Dimensiones de la astrofísica narrada en la Crónica precedente, me sentí con ganas y en condiciones de afrontar la charla con Igraine propuesta por Nimue, al objeto de conocer en detalle los avances científicos en el ámbito del denominado Principio Holográfico.
La cita fue en casa de la propia Nimue, que propició el encuentro haciendo de anfitriona con una sabrosa cena conformada por una miscelánea de platos fríos y templados preparados en su totalidad con setas (champiñones, gurumelos, níscalos, gallipiernos, oronjas,…) que ella misma había recogido en los terrenos húmedos de un bosque cercano, que descollaba por la frondosidad de sus arboleda.
Igraine no vino acompañada por su íntima amiga Elaine, como Nimue y yo esperábamos, por lo que, finalmente, fuimos tres a la mesa, sobre la que antes de sentarnos ya descansaban los platos compitiendo por el espacio con tres jarras medianas de cerveza de abadía y otras dos, de mayor volumen, de vino rosado de la tierra con las que Nimue había dispuesto que regáramos los hongos. La conversación fue directa al grano al poco de empezar el ágape, siendo Igraine la que presentó con solvencia sus credenciales acerca de su conocimiento de la materia:
-Tras concluir mis estudios de Física en la Universidad de Londres, me desplacé a California para hacer el doctorado. Concretamente, a la Universidad de Berkely, en la que permanecí casi tres años, desde comienzos de 2001 hasta finales de 2003. Allí fui testigo de excepción de una serie de indagaciones dirigidas por mi director de tesis, Raphael Bousso, y coordinadas a nivel mundial por los físicos Gerardus ´t Hooft, Premio Nobel en 1999, y Leonard Susskind. Poco antes de que regresara a Ávalon, ambos decidieron difundir públicamente los resultados de sus trabajos, mostrando como en el origen de la Naturaleza puede haber únicamente ultra-pequeños paquetes de información pura. Las revistas científicas e incluso la prensa diaria lo resumieron en un gran titular: “la información es el componente fundamental de la Naturaleza” (“información” significa en este caso bytes esenciales de materia y las leyes físicas que los gobiernan). Con ello pusieron los cimientos de la hoy conocida como teoría del Principio Holográfico, que desde entonces ha ido adquiriendo credibilidad e influencia entre la comunidad científica. Por ejemplo, el físico Nassam Haramein defiende abiertamente que el Universo se basa en un holograma; e investigadores de todo el planeta, con los científicos japoneses a la cabeza, manipulan hologramas creando imágenes 3D o explican el funcionamiento del mundo físico en función de campos de energía e información-.
Mientras la escuchaba, no pude remediar que mi imaginación fantaseará acerca del impacto que una mujer de sus características intelectuales y físicas debió haber causado en las aulas californianas, en la también yo estuve cuando era joven cursando estudios de economía. Por si la dulzura de su voz, el profundo encanto de sus ojos azul esmeralda y el esplendor de su melena pelirroja fueran pocos reclamos, Igraine sobresalía por la altura tanto de su inteligencia como de su cuerpo, en el que las curvas se desenvolvían entre medidas de auténtica modelo. Por tanto, atractivos más que suficiente como para que no pasará en absoluto inadvertida para estudiantes y profesores por muy dedicados que estuvieran a la física teórica.
Afortunadamente, Igraine proseguía su alocución ajena a mis pensamientos, aunque Nimue, por la mirada con la que me sacó de los mismos, sí se había percatado tanto de mi abstracción como del por qué de la misma:
-En buena medida, la idea de que vivimos en un holograma se deriva de la comprensión de los agujeros negros y cuenta con una base teórica bastante firme. Los hologramas de las tarjetas de crédito y billetes están impresos en películas de plástico bidimensionales. Cuando la luz rebota en ellos, recrea la apariencia de una imagen tridimensional. Lo que está haciendo la ciencia es sugerir que el mismo principio puede aplicarse a todo el Universo. Así, nuestra experiencia cotidiana sería una proyección holográfica de procesos físicos que tienen lugar en una lejana superficie bidimensional. Desde hace algún tiempo, los físicos han mantenido que los efectos cuánticos podrían provocar que el continuo espacio-tiempo convulsionara descontroladamente a escalas muy pequeñas. A estas escalas, la red espacio-temporal podría granularse y estar compuesta de diminutas unidades (similares a los píxeles) de un tamaño de aproximadamente cien trillones de veces el tamaño del protón-.
-Fascinante...-, la interrumpió Nimue. -No estoy versada en la materia, pero recuerdo haber leído en algún sitio que, para los seguidores del Principio Holográfico, el “big-bang” que dio lugar al nacimiento del Universo tendría más que ver con una gigantesca “bajada” de bytes de información por parte de un “superordenador” que con una explosión masiva de materia.-
-Así es-, respondió rápidamente Igraine. –Por lo que la Naturaleza estaría realmente configurada por pequeños paquetes de información, que son los que especifican el cuándo, dónde, cómo y cuánto del espacio, el tiempo y la materia-.
-Tampoco los círculos alternativos que propugnan la existencia de una unión íntima entre ciencia y espiritualidad-, ahora fui yo quien se sumo al diálogo, -han sido ajenos a estos avances. Recuerdo que Deepak Chopra habla del ámbito cuántico como el campo de información de donde parte todo lo conocido (materia, emociones, pensamientos,...). Y el influjo del Principio Holográfico ha llegado hasta la esfera farmacéutica, donde hay laboratorios que fomentan la “farmacología holográfica”. Igualmente, hay que tener en cuenta que en esos círculos El Kybalion es una obra de referencia obligada. Y sus explicaciones acerca del “principio hermético del mentalismo” están impregnadas de lo que hoy tildaríamos percepción holográfica de la Realidad: “el Universo es una creación mental sostenida en la mente del Todo”, enuncia literalmente. Lo que deriva en una de las máximas más famosas del texto: “la mente infinita del Todo es la Matriz del Universo”-.
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