"Buscadores" (2).- Emilio Carrillo.- Cap. I: El Laberinto de la Felicidad

El laberinto de la felicidad.

Los textos de «autoayuda» se caracterizan por partir de varias consideraciones básicas que no siempre se expresan en ellos de manera abierta y patente. Primeramente y en coherencia con lo expuesto, la conceptualización del ser humano como un ser en búsqueda. En segundo lugar, la convicción de que lo buscado es, ni más ni menos, que la felicidad. Seguidamente, la constatación de que muchos hombres y mujeres sufren insatisfacción personal, con tintes hasta depresivos, al hallarse desorientados en esa búsqueda o ni siquiera ser conscientes de estar en ella. Y en cuarto y último lugar, que hay una serie de sencillos consejos relativos a nuestra vida diaria y manera cotidiana de pensar y ver las cosas que pueden ayudarnos a superar esa insatisfacción y lograr una existencia más armoniosa y venturosa. Para facilitar aún más la tarea, dichos consejos se ofrecen desmenuzados en medio de un argumento simple, atractivo y ameno, cargado de simpáticas anécdotas y de rápida lectura.

A este modelo responde fielmente El laberinto de la felicidadUn libro muy recomendable que narra la historia de una persona que perdió todo y se encontró a sí misma —su mayor tesoro— en el centro del laberinto que abre las
puertas de la felicidad. La trama se desarrolla sobre el hilo conductor de cuatro interrogantes esenciales: ¿quién eres?; ¿de dónde vienes?; ¿a dónde vas?; y ¿qué haces aquí?.

Con relación al primero —¿quién eres?—, se ofrece una respuesta inmediata y apabullante: soy lo que decido sera partir de ella, el texto plantea cinco consideraciones complementarias:

Quien no sueña, está muerto en vida: Al proyectar nuestros sueños empezamos a construirlos.

La mayoría de los obstáculos que encontramos los creamos nosotros mismos porque tenemos miedo a cumplir nuestros sueños: La mayor parte de los frenos e impedimentos con los que topamos en nuestro camino a la felicidad son imaginarios; los generamos nosotros, son nuestros miedosCreamos nuestros propios obstáculos porque tememos llegar a donde hemos soñado. Cumplir un sueño siempre genera miedo, porque estamos acostumbrados a lidiar con las dificultades, pero no a recibir regalos de la vida. Por eso, solemos boicotearnos colocando muros entre nosotros y aquello que aspiramos conseguir.

En cuanto a los obstáculos que no creamos nosotros, los que son reales, en verdad no son obstáculos, sino trampolines: sirven para ir a lugares a los que nunca habríamos llegado por nosotros mismos.

— La felicidad siempre está más cerca de lo que pensamos,
aunque la busquemos lejos: A veces vamos muy lejos para encontrar algo que en realidad tenemos muy próximo. Vemos la felicidad en lo que está lejos, pero en verdad la tenemos mucho más cerca de lo que imaginamos.

— El arte de dar y recibir amor: cada persona es un Banco de Amor. En él podemos ingresar sonrisas, abrazos, caricias, besos, mimos,... El Banco gestiona un amor sin intereses, porque se da libremente sin esperar nada a cambio. Sea lo que sea que invirtamos, siempre saldrá a cuenta y multiplicaremos su valor. También es posible efectuar ingresos de alto valor, pero sumamente discretos: en este Banco se valora perdonar, callar a tiempo, agradecer los gestos de otros,... El amor es una divisa que nunca pierde valor en la Bolsa de la Vida.

— De vez en cuando es conveniente hacer limpieza de opiniones: Cada persona tiene tres escalones en su cabeza que hay que limpiar a conciencia de vez en cuando para lograr una vida auténtica y feliz. El primero es la opinión que tenemos de los demás, que sólo sirve para crear prejuicios. El segundo es la opinión que creemos que los demás tienen de nosotros, que genera miedos, engaños y malentendidosEl tercero es la opinión que tenemos de nosotros mismos, que hace que nos miremos el ombligo e inventemos problemas.





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