"Sexualidad Sagrada" Emilio Carrillo B (4) Sexualidad tántrica.
Sexualidad tántrica: Meditación de la Luz
Íntimamente conectado con todo lo
anterior se halla el denominado tantrismo. Muchos textos y libros abordan sus
contenidos fundamentales. Por ejemplo, el de Diana Richardson
titulado Tantra Amor y Sexo. El
corazón del sexo tántrico. Siguiendo
sus contenidos, el arte del Tantra puede ser definido como la conjunción de
sexo y meditación. Es una experiencia espiritual, a la vez que física y
energética, donde extremos, aparentemente opuestos, se unen para formar uno
solo. Cuando esto sucede surge un soplo mágico que nos transporta a una “Cuarta
Dimensión” donde nos sentimos misteriosamente envueltos en un fascinante
“momento presente”. Es un momento en que nos sentimos sensibles y permeables
porque la energía esencial del Universo, el pulso mismo de la vida, palpita en
nosotros.
El Tantra es “consciencia de la
realidad”. Nos invita a ser plenamente conscientes de nosotros mismos mientras
realizamos el acto sexual, a proyectar nuestra atención sobre el interior,
estar absoluta y plenamente presentes para nuestros sentidos y sentimientos,
estar “aquí” y “ahora”. Generalmente pensamos que meditar es estar a solas sentado
en el suelo con el tronco erguido, permaneciendo tranquilo y sin hacer un solo
movimiento… en efecto, así podemos meditar, pero es solo una forma de
meditación.
NO
EXPULSAR LAS ENERGÍAS HACIA ABAJO Y HACIA FUERA, SINO SUBIRLAS HACIA ARRIBA Y
HACIA ADENTRO
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La
energía sexual es la forma más directa que la divinidad que Somos y Todo es
manifiesta en nosotros nuestra capacidad Co-Creadora: crear otra vida. Y de
la misma formar que puede darle la vida a otro ser, sabiamente utilizada nos
revitaliza y nos transforma radicalmente a nosotros. Despierta al Dios
dormido que habita en cada uno.
No
llegar al orgasmo, no significa coger un “calentón” y parar en el último
momento. Eso cortocircuita todos los nadis internos y vendrían problemas
físicos. No llegar al orgasmo tal como lo conocemos no significa renunciar al
placer, igual que comer como yo lo hago no significa que la comida no esté
deliciosa. Es una forma de placer diferente pero que puede ser superior al
del orgasmo porque no participa en el momento del éxtasis solo la zona sexual
sino que lo hace cada célula de tu cuerpo. Y cuando los cuerpos se separan,
no hay cansancio (relajación como dice la gente), al revés, descargarías un
barco sin la ayuda de nadie.
Los
chinos sabían lo larga que sería la vida de un hombre en función del número
de pérdidas seminales que tuviera a la semana o cada quince días, etc. A
mayor número de pérdidas, menor longevidad.
Quien
recuerda como practicar el sexo correctamente y siente verdadero amor
–Sintonía Vibracional- por su pareja (condición indispensable para que esto
funcione), se convierte en un ser de luz que puede vencer a la muerte física
y vivir fuera o dentro de la matriz holográfica a voluntad. Esa es la piedra
filosofal de los alquimistas, la puerta del cielo guardada por Pedro (La
piedra).
Cuando
se practica esta técnica, se es todo ternura. La mente está limpia. No hay
pensamientos ni palabras obscenas. Las caricias son suaves y dulces. Uno está
concentrado en cómo su energía sexual sube por la columna vertebral hasta el
cáliz del cerebro y la siente revitalizadora, vivificante. Hacen falta dos
polos (hombre y mujer), para encender la bombilla de la consciencia
utilizando esta técnica y cuando la das por terminada, sientes que todavía
quieres más que antes a tu pareja. No hay espasmos, ni estertores, ni pierdes
el control de tu cuerpo en ningún momento. Hay una sublimación de amor
perfecta.
El sabor de boca que deja esto no
tiene nada que ver con el que deja la sexualidad que acaba en orgasmo, por más
sagrada que se la quiera hacer. No tiene nada que ver.
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El tantra indica tres formas de
analizar nuestra sexualidad para limpiarnos o desacondicionarnos, con
efectividad, de patrones sexuales inconscientes que afectan a la calidad
amorosa de nuestra vida:
+La
primera de estas formas es cuestionar el hábito de tener que alcanzar el
orgasmo a toda costa; así como darnos cuenta de que cuando vamos a alcanzarlo
estamos básicamente ausentes o distraídos y, en consecuencia, relativamente
inconscientes;
+la
segunda es cambiar la naturaleza de nuestra participación en el acto sexual; es
decir, en vez de “hacerlo”, “estar” en él; y
+la
tercera es restablecer nuestra sensibilidad genital original (inteligencia
magnética) por medio de la relajación y de la consciencia del “momento
presente”.
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